Prácticamente a pie de pista nos esperaba un empleado del hotel donde nos alojaríamos durante los siguientes cuatro días. La mayoría de los alojamientos de Phu Quoc se encuentran en la playa denominada Long Beach en la zona este de la isla. En el resto de playas, mucho menos concurridas, también se pueden encontrar algunos resorts de cierto lujo, pero es en Long Beach donde la oferta es más amplia y se pueden encontrar opciones para todos los bolsillos. Desde luego no es la playa más bonita, pero es bastante tranquila y nosostros lo elegimos como base para explorar el resto de la isla en moto.
En el aeropuerto tuvimos la sorpresa de conocer a Diego, un joven arquitecto español trabajando en Pekín que se uniría a nuestra expedición durante las siguientes dos jornadas. Con el equipaje en la cabaña y el bañador y las chanclas en ristre había llegado el momento de tomarle el pulso a la isla. Lo primero fue orientarnos para saber dónde y cómo encontrar las cosas. Algo que no resulta difícil ya que es un lugar muy pequeño. En una hora ya teníamos motos alquiladas, el buceo del día siguiente apalabrado y las indicaciones de un simpático gabacho para llegar a una de las playas del norte. Y allí que nos fuimos.