lunes, 2 de marzo de 2015

La Pagoda del Perfume

Después de la maravillosa experiencia de conocer la Bahía de Halong, volvimos a Hanoi para terminar de conocer la ciudad y desde allí volver a España. Desde la ciudad hay múltiples posibilidades para hacer excursiones de uno o más días. Podéis hacer un circuito de dos o tres días hasta la zona montañosa de Sapa, visitar las pagodas de Thay y Tay Phuong, la Ciudadela de Co Loa, o la zona de las montañas y cuevas de Hoa Luc y Tam Coc. Nosotros elegimos visitar la Pagoda del Perfume para disfrutar de unos paisajes que guardan cierto parecido con los de Halong.

Realmente lo que conocemos como pagoda del Perfume es un conjunto de templos y santuarios budistas situados entre formaciones kársticas. Algunos edificios están ubicados dentro de cuevas, que son el destino de miles de peregrinos entre el segundo y tercer mes lunar. La excursión turística hasta la pagoda del perfume es muy divertida y suele ocupar casi un día completo. Primero hay que trasladarse unos sesenta kilómetros al suroeste de Hanoi, hasta el municipio de My Duc. Durante el recorrido pudimos ver como se realiza el secado del arroz junto al borde de las carreteras. A continuación hay que tomar unas barcas para realizar un recorrido de una hora aproximadamente por el río Yen Vi.




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viernes, 27 de febrero de 2015

El barrio francés de Hanoi y la prisión de Hoa Lo

Todavía nos quedaban algunas horas antes de volver a nuestro país y las dedicamos a pasear por Hanoi. Al sur del lago Hoan Kiem encontramos el barrio francés que es mucho más tranquilo que el barrio antiguo. Los edificios de esta zona pertenecen a la era de la colonización francesa, por lo que su estilo es totalmente diferente a los del centro de la ciudad. Uno de los monumentos más destacados es el Teatro de la Ópera. Fue inaugurado en 1911 para convertirse en el centro cultural más importante del país. El edificio está inspirado en la Ópera de Paris diseñada por Charles Garnier. Tras un largo periodo de deterioro se ha realizado una gran restauración, para convertirse en la sede de la Orquesta Sinfónica de Hanoi.

Otro de los edificios que han perdurado de la época colonial es el Hotel Metropole. Fue inaugurado en 1901 y ha tenido muchos visitantes famosos como Graham Greene o Charlie Chaplin. En su decoración tiene elementos modernistas y de estilo art nouveau. El edificio ha sido restaurado después de muchos años de abandono y actualmente es uno de los hoteles más prestigiosos del país.




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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Isla de Phu

Aterrizar en el pequeño aeropuerto de Sân bay había sido como transportarnos hacia el verano en un rápido  viaje en el tiempo. Con una sola pista para aviones de hélice este recinto recibe unos pocos vuelos diarios de las compañias Vietnam Airlines y Air Mekong. La entrada al archipiélago fue espectacular; un sol radiante iluminaba las transparentes aguas y dejaba al descubierto el tupido bosque que cubre el interior de la isla.

Prácticamente a pie de pista nos esperaba un empleado del hotel donde nos alojaríamos durante los siguientes cuatro días. La mayoría de los alojamientos de Phu Quoc se encuentran en la playa denominada Long Beach en la zona este de la isla. En el resto de playas, mucho menos concurridas, también se pueden encontrar algunos resorts de cierto lujo, pero es en Long Beach donde la oferta es más amplia y se pueden encontrar opciones para todos los bolsillos. Desde luego no es la playa más bonita, pero es bastante tranquila y nosostros lo elegimos como base para explorar el resto de la isla en moto.

En el aeropuerto tuvimos la sorpresa de conocer a Diego, un joven arquitecto español trabajando en Pekín que se uniría a nuestra expedición durante las siguientes dos jornadas. Con el equipaje en la cabaña y el bañador y las chanclas en ristre había llegado el momento de tomarle el pulso a la isla. Lo primero fue orientarnos para saber dónde y cómo encontrar las cosas. Algo que no resulta difícil ya que es un lugar muy pequeño. En una hora ya teníamos motos alquiladas, el buceo del día siguiente apalabrado y las indicaciones de un simpático gabacho para llegar a una de las playas del norte. Y allí que nos fuimos.








lunes, 29 de diciembre de 2014

Cartas desde Tailandia

Hace tan sólo seis días que llegué al aeropuerto de Phuket directamente desde Tokio, pero parece que la densidad con la que estoy viviendo este viaje no me ha dado un respiro hasta este mismo instante. Ahora, tumbado en mi cama improvisada en el pequeño pueblo de Khao Lak, con música tranquila de fondo, parece que se antoja hasta sencillo hacer balance de estos primeros momentos de aventura. Estos parones son vitales para fortalecer la marcha.

Aunque mi viaje estaba diseñado en solitario en sus comienzos, la realidad se encargó de recordarme por mensaje que los planes están para cambiarlos, y que los giros en ruta son de un vértigo que encandila. En la increíble casa del Tío Gurdi me he sentido como en la mía propia, compartiendo momentos y vidas nuevas con gente variopinta que te obliga a desenfocar tus puntos de vista para adaptarlos a la luz con las que ellos enfocan los suyos. Nunca dejes de conocer a personas que piensan diferente, tienen mucho más que mostrarte que las que te dan la razón sin cuestionarte.

Total que estos días pasaron muy a gustico entre baños, playas, cervezas, comida tailandesa y salidas nocturnas que se hacían de día sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo. Viajar así; despacico, hace que entres en un estado de relajación en el que las cosas normales poco importan, y la preocupación más importante del día suele ser la terrible decisión sobre dónde se cena esta noche. Por cierto que hoy aún no lo tenemos claro, y ya son las tres y sereno. Hay que ponerse las pilas señora.



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viernes, 26 de diciembre de 2014

Los monos de Nagano, el parque de Jigokudani

Es seguro que ojeando cualquier publicación sobre turismo en Japón hayáis dado con alguna foto de estos simpáticos monos de cara roja. Es una de las imágenes que la oficina de turismo nacional utiliza como reclamo para atraer visitantes al país. Curiosamente en esa institución saben que el asunto funciona pero no saben de dónde vienen ese éxito, y actualmente investigan por qué estos macacos bañándose en agua caliente parecen tan atractivos para los extranjeros y de dónde viene su fama, cuando además no es un lugar muy conocido para los propios japoneses. Todo esto podría habérmelo inventado, pero en realidad me lo contó Yusuke, un chico que conocí en mi visita a Jigokudani en la atrapada invernal de hace unos meses.

El sitio no es que sea de los más accesible, pero me parece un lugar ideal para pasar unos días de invierno alejado de todo y precisamente el que no sea sencillo llegar (y que no muchos japoneses lo visitan) lo convierte en un remanso de tranquilidad. Para llegar desde Tokio cogí un shinkanshen hasta Nagano (1 hora y media) y alli hice transbordo para coger la línea Nagano Dentetsu (también conocida como Snow Monkey Express) y alcanzar en 45 minutos más el pequeño pueblo de Yudanaka, el área habitada más cercana al parque de Jigokudani.

Yo opté por quedarme dos noches allí porque, entre otras cosas, iba no sólo a ver monos sino a relajarme del bullicio tokiota y a leer un libro que hacía tiempo tenía pendiente: El haiku de las palabras perdidas (del que ya os hablé aquí). El pueblo dispone de una veintena de alojamientos de todos los precios, pero de los dos que yo probé os recomiendo el ryokan Yudanaka Seifuso, que regenta una anciana y amable pareja que me hicieron sentir como en casa. Por la mañana ellos mismos me dejaron calzado especial (son necesarias botas de montaña porque hay mucha nieve) y me acompañaron hasta la entrada del parque (también se puede llegar en bus). Es posible también dormir en el propio parque, pero la zona está bastante aislada de todo y los hoteles son caros y no están demasiado bien conservados.



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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Nichitsu, el pueblo fantasma

Asomaba tímido el verano cuando recibimos la invitación por correo de Pablo para una misteriosa excursión. Iríamos a pasar al día a Nichitsu, una pequeña ciudad enclavada a las faldas de una mina que dijo basta allá por los años ochenta. Los que allí trabajan emigraron hacia tierras más prósperas dejando atrás sus casas y sus recuerdos intactos. Pues bien, la idea era adentrarnos en aquel poblado abandonado para hacer algunas fotos en un arte que algunos han acertado a llamar Haikyo (廃墟). A nuestra llegada fuimos avisados de que no éramos bienvenidos a cruzar el umbral, ofensa a la que nuestra representante Nerea respondió como sigue.

Detrás de lo prohibido nos esperaba un pueblo lleno de viviendas donde el paso del tiempo había desgastado muchos de los materiales, pero donde sorprendentemente otras cosas permanecían en un estado muy bueno, dando la sensación de que pocos habían pasado por allí antes que nosotros.

Entre suelos podridos que crujían bajo mis pasos me peleaba yo por hacer alguna foto decente con la cámara que un día fue de Oskar. No pasaba excesivo miedo por aquello de la protección del grupo, pero en cuanto me ponía a investigar un poco a mi bola y me perdía por las estancias de algún edificio la cosa cambiaba, y ante el primer ruido extraño buscaba como un cachorro el amparo de la manada para escapar de mis temores infundados. Lo que uno no espera, desde luego, es que en un sitio abandonado durante treinta años, al coger el teléfono, siga dando línea.



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lunes, 22 de diciembre de 2014

Okinawa

La isla de Okinawa pertenece al archipiélago de RyuKyu, siendo ésta la isla más grande y extensa del mismo, y donde se sitúa además la capital de la prefectura de Okinawa: Naha. Esta región es la que se encuentra más al sur de Japón y, dada su mayor proximidad al trópico, tiene un clima muy suave que mantiene la temperatura de la zona a unos 20 grados de media durante todo el año. Muy cerca de aquí es donde se encuentran las Islas Senkaku (para los chinos Diaoyu), por la que Japón y China mantienen una fuerte tensión territorial y diplomática en las últimas semanas.

Con toda esa información a nuestra disposición y con la amable invitación de Alain a invadir su hogar (con lo que ni siquiera teníamos que buscarnos un buen hotel japonés), decidimos que era el lugar perfecto para darle caza a un verano que se nos escapaba de las manos con la traicionera ayuda de la venida de octubre. Así, el tío Rodri y el que narra trazamos una hoja de ruta casi perfecta a la que más tarde se agregarían Carlos y Pablo para cerrar un equipo que todavía no había hecho historia.

Porque deberiáis saber que Okinawa tiene varias cosas que saltan a la vista. Por todas los rincones puedes encontrar playas preciosas, simpáticos okinawenses u okinaweños, militares americanos gigantes tatuados (que viven en las inmensas bases que Estados Unidos mantiene aquí desde la Segunda Guerra Mundial) y Awamori; la bebida local, que está fuerte como un diablo y es más peligrosa que Ikusuki con un iPhone nuevo subido en moto por Shibuya.