viernes, 19 de diciembre de 2014

De sensaciones y vuelta a la calma

Las últimas dos semanas han dado para más de lo que sus catorce días nos prometieron. Ha sido un tiempo de trabajo duro, pero también de disfrute en estado puro y, aunque parezca mentira, de cierta dosis de reflexión. El pre-viaje Albacete-Japón Express 2.0 estuvo marcado por tensiones y nervios propios del asunto. Todo tenía que estar listo, hilado al milímetro, porque yo hubiera sido el primero que no me hubiera perdonado que fuera de otra forma

Llegaron a Tokio en una noche de viernes, y mi primer objetivo fue siempre medir cuales eran las fuerzas del equipo. No tardarían en recuperar la sonrisa tras las interminables horas de vuelo, y después de acomodarnos en el hotel, decidí llevármelos a cenar a Kabukicho, en el barrio de Shinjuku. Entre propios y adoptados éramos 35 los que necesitábamos que nos dieran de jalar esa noche, cosa que sorprendentemente conseguimos en pocos minutos. Unas pocas cervezas, izakaya y dormir dos horas fue todo lo que pudimos hacer aquella noche antes de partir hacia nuestro siguiente destino: Kioto.

Nuestra llegada a la antigua capital japonesa no significaba que había llegado el momento del ansiado descanso. Nada más lejos. Dejamos las maletas en nuestro hotel cápsula y nos fuimos con las mismas a recorrer la ciudad. Se cumplían 24 horas desde que habían aterrizado en Japón y teníamos la sensación de que habían llegado en enero. Tras la visita, nos dimos 45 minutos de respiro y quedamos para salir a cenar. Y como esta gente no tenía hartura, pues la cosa acabó de copas hasta bien salida la luna celebrando un cumpleaños, que con los días acabaría por ser gitano.







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