La estación de servicio más cercana se encontraba a más de 10 kilómetros de intenso tráfico, así que decidimos ignorar la utilidad que nos brindaría ese lugar y nos aventuramos a estacionar en la ciudad en un lote de pago donde pasaríamos tres noches. Durante este viaje aprendimos que las ciudades en Japón se encuentran divididas en dos partes, de uno y del otro lado de la estación de tren. Siempre toda la acción se concentra en uno de los dos lados, siendo el otro más tranquilo, con lugares de estacionamiento más baratos, con restaurantes más locales y con menos turistas. Fue ahí donde instalamos nuestra casa-móvil; a escasas cuadras de la estación de tren y a unos cuantos pasos del Seven Eleven.
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