Con toda esa información a nuestra disposición y con la amable invitación de Alain a invadir su hogar (con lo que ni siquiera teníamos que buscarnos un buen hotel japonés), decidimos que era el lugar perfecto para darle caza a un verano que se nos escapaba de las manos con la traicionera ayuda de la venida de octubre. Así, el tío Rodri y el que narra trazamos una hoja de ruta casi perfecta a la que más tarde se agregarían Carlos y Pablo para cerrar un equipo que todavía no había hecho historia.
Porque deberiáis saber que Okinawa tiene varias cosas que saltan a la vista. Por todas los rincones puedes encontrar playas preciosas, simpáticos okinawenses u okinaweños, militares americanos gigantes tatuados (que viven en las inmensas bases que Estados Unidos mantiene aquí desde la Segunda Guerra Mundial) y Awamori; la bebida local, que está fuerte como un diablo y es más peligrosa que Ikusuki con un iPhone nuevo subido en moto por Shibuya.
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