Venían deseosos de carne blanca a la que sacarle los dólares, pero nosotros llegábamos con ganas nulas de timos y conductores insistentes. Al bajar, y mientras cogíamos las maletas , soportamos amablemente su insistencia y sus caros precios. Y cuando tuvimos todo el equipaje preparado convoqué una reunión de conductores a mi alrededor.
Amablemente les pedí silencio y les dije que me prestaran atención. Les dije que queríamos ir a la playa de Otres, que sabíamos a que distancia estábamos y que el precio que íbamos a pagar iba a ser 5 dólares (ellos pedían mínimo 10). Les dije que me parecía super bien si nadie nos quería llevar por ese precio, que podía caminar a la siguiente esquina y ahí encontraría un amable conductor al que le parecería bien mi precio. Una vez acabada mi charla algunos siguieron con sus antiguos precios, otros hicieron evidente que no habían entendido una sola palabra de lo que acababa de decir…pero otro aceptó el precio y nos llevó por 5 dólares a nuestra nueva destinación. Todo bajo la mirada de odio de los demás drivers.
El tuk-tuk no tardó mucho en llevarnos a nuestro destino, realmente está muy cerca un punto del otro, pero el tiempo del trayecto se multiplica por 3 porque la mitad del camino es por un terreno sin asfaltar que obliga a los conductores a ir muuuy lentamente.
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