Dharamshala, el lugar más espiritual y multicultural en el que he estado. Recorrer sus calles es oler budismo por todas partes, es sentir un Tíbet libre. Disfrutar de su gastronomía es saborear una mezcolanza de etnias y países. Te embruja en cada esquina, bares de distintas nacionalidades; coreanos, japoneses, tibetanos,... tiendas místicas y rincones espirituales que te animan a ser mejor persona.
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